La mayor sombra vegetal de Nador ha desaparecido esta mañana. En el marco de las reformas que están realizándose en toda la ciudad, hoy le ha tocado al gran ficus del parque Victoria quedar reducido a un triste tronco desnudo. Doscientos metros cuadrados de bóveda vegetal creados a lo largo de muchos años han sido destruidos por las motosierras en un par de horas. Lo que la naturaleza tardó en hacer décadas se ha esfumado en un desgraciado par de horas.
Precisamente ahora que parecía que el parque iba a ser abierto al público para su disfrute se ha eliminado al mejor ejemplar de los árboles que lo forman. Se le ha negado a los habitantes y visitantes de la ciudad el placer de poder estar bajo una gigantesca techumbre vegetal, sin duda un insuperable climatizador posible durante al verano. Y si para las personas la pérdida ha sido enorme, qué decir de las aves que utilizaban el gran ficus como residencia, ya sea temporal como en el caso de los estorninos que han invernado entre sus ramas este año, o permanente como lo ha sido hasta este infeliz día para tórtolas, gorriones, mirlos, etc.
Una ciudad que quiere ser moderna debe distinguirse por sus zonas verdes, por tener pulmones que alivien la contaminación del tráfico y alegren su espacio, en contraste con el espacio ocupado por el asfalto y el cemento. Desafortunadamente, hoy, una Nador que quiere renovar su imagen ha visto reducirse casi a cero el espacio verde más desarrollado con el que cuenta su escaso patrimonio de parques y jardines urbanos. Corren rumores de que el mismo o incluso peor destino van a correr los árboles del paseo de Mohamed V. A cambio, podrán decir los defensores de estas acciones contra los árboles, se piensan crear espacios verdes en las zonas de Chabiba y el Zoco; bienvenidos sean, pero siempre que supongan sumar metros cuadrados verdes a los ya existentes, nunca a costa de éstos.
Nador, situada en una amplia llanura con suelo fértil, ofrece grandes posibilidades para la creación de parques y jardines, sin embargo, su ausencia es extremadamente evidente. Por ello, cada planta, cada árbol que se añada a la ciudad es un triunfo y, al contrario, cada árbol, cada palmera que desaparezca o sea reducida a la nada, es una pérdida. La de un ejemplar como el ficus del parque Victoria, podado hoy brutalmente, es una catástrofe.
Precisamente ahora que parecía que el parque iba a ser abierto al público para su disfrute se ha eliminado al mejor ejemplar de los árboles que lo forman. Se le ha negado a los habitantes y visitantes de la ciudad el placer de poder estar bajo una gigantesca techumbre vegetal, sin duda un insuperable climatizador posible durante al verano. Y si para las personas la pérdida ha sido enorme, qué decir de las aves que utilizaban el gran ficus como residencia, ya sea temporal como en el caso de los estorninos que han invernado entre sus ramas este año, o permanente como lo ha sido hasta este infeliz día para tórtolas, gorriones, mirlos, etc.
Una ciudad que quiere ser moderna debe distinguirse por sus zonas verdes, por tener pulmones que alivien la contaminación del tráfico y alegren su espacio, en contraste con el espacio ocupado por el asfalto y el cemento. Desafortunadamente, hoy, una Nador que quiere renovar su imagen ha visto reducirse casi a cero el espacio verde más desarrollado con el que cuenta su escaso patrimonio de parques y jardines urbanos. Corren rumores de que el mismo o incluso peor destino van a correr los árboles del paseo de Mohamed V. A cambio, podrán decir los defensores de estas acciones contra los árboles, se piensan crear espacios verdes en las zonas de Chabiba y el Zoco; bienvenidos sean, pero siempre que supongan sumar metros cuadrados verdes a los ya existentes, nunca a costa de éstos.
Nador, situada en una amplia llanura con suelo fértil, ofrece grandes posibilidades para la creación de parques y jardines, sin embargo, su ausencia es extremadamente evidente. Por ello, cada planta, cada árbol que se añada a la ciudad es un triunfo y, al contrario, cada árbol, cada palmera que desaparezca o sea reducida a la nada, es una pérdida. La de un ejemplar como el ficus del parque Victoria, podado hoy brutalmente, es una catástrofe.
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